El Pueblito Boyacense: una postal para guardar en la memoria / Por Manuel Tiberio Bermúdez

 A tan solo tres horas de la Capital de la República de Colombia, Bogotá, a un kilómetro de Duitama, en la vereda Tocogua;  los viajeros pueden llegar hasta un lugar que despierta los deseos de ser campesino: el Pueblito Boyacense.

Pero lo que ve el visitante hoy, es producto de un proceso extenso que finalmente dio vida a las construcciones que son admiradas por su belleza y arquitectura  por cada visitante que llega al lugar.



El propósito inicial al construir esta población fue mantener vivas las costumbres, los saberes, el folclor  y la tradición de una región colombiana que está tejida en historia y que es permanencia de las manos creativas  de cientos de artesanos en las más diversas disciplinas.

Entrar a este espacio es ver como los que lo habitan hicieron del color un derroche para que cada callecita, cada casa, cada plazoleta sedujera al visitante por su arquitectura y por el colorido que arrebata a quien camina por sus pequeñas avenidas llenas de plantas florecidas y propuestas visuales que enamoran.

En ninguna otra parte se puede sentir más el cariño que la gente profesa a la localidad que habita. El preciosismo de los adornos; el color, que más que puesto sobre las paredes para enlucirlas  es como una caricia pigmentada según el gusto de quien en ese espacio existe.

Es allí, en el Pueblito Boyacense, en el que uno se olvida del agite citadino, de los pitos que ensordecen la cotidianidad en las ciudades, de las carreras sin rumbo, del ruido ensordecedor de las urbes que nos acosan y desesperan.

Como al viajero el tiempo se le va en mirar, admirar y tomar fotos a diestra y siniestra, casi nunca le queda tiempo para cumplir con el itinerario programado. Pero en Boyacá, sabedores de esto, crearon el Pueblito Boyacense, un lugar para visitar que alberga una réplica de pueblitos como Monguí, Villa de Leyva, Tenza, Ráquira, Sáchica, Tibasosa y El Cocuy.

Como  también el alma requiere de atención cuenta con una hermosa capilla hecha en homenaje al protector de los animales, “Francisco de Asís” y un monumento al Cacique Tundama que celebra al guerrero.

Así mismo el visitante puede escoger entre las diversas propuestas gastronómicas que allí se oferta o disfrutar de hoteles, hostales y centros de recreación que el Pueblito Boyacense pone a consideración del público.

Y para que no sea olvido para el viajero el caminar sobre este hermoso pedazo de Boyacá hay para el recuerdo: artesanías, pinturas, esculturas, cuero repujado y tejidos en macramé entre otras ofertas.

Quise saber de primera mano un poco de la historia de este lugar y fue el artista Luis Alfredo Rojas Calderón, quien es especialista en obras de arte en cuero repujado quien me la contó:

Me dijo que El Pueblito Boyacense tiene 7 plazoletas y que cada una representa un pueblo de Boyacá de los que en épocas anteriores ganaban el concurso del pueblo más bonito de Boyacá cada año.

En los inicios el Pueblito Boyacense, tuvo carácter de vivienda social y condicionado a que sería para artistas y artesanos exclusivamente. Pero sucedió que en aquella época el lugar estaba retirado de la parte urbana, no tenía vías de acceso ni servicios públicos. Como los habitantes eran artistas y vivían de su oficio, empezaron a sentir que estaban casi aislados y se les dificultaba tener entradas económicas. Esto obligó algunos  a vender las casas, a otros se las embargaron o se las remataron y finalmente se cerró la urbanización; duró cerrada como unos cinco años.

Luego que se reabrió el  lugar empezaron a vender las casas a particulares y los nuevos propietarios siguieron terminándolas. Pero muchos propietarios son artistas en diversas expresiones. Para que hubiese control cada plazoleta tiene una cartilla arquitectónica que impide que se pueda construir, sobre todo en la parte externa, sin que esté aprobado por el Consejo de Administración y esto tiene que ir a la curaduría de Duitama y de Tunja porque este espacio quedó como patrimonio cultural del Departamento.

A medida que se fueron organizando los turistas empezaron a llegar y en un lapso de unos 5 años más o menos se pasó de 5 mil turistas a 230 mil. Hoy son muchos más los turistas que llegan hasta este lugar a tal punto que en temporada son miles los visitantes cada día.

Hoy el Pueblito Boyacense es un lugar que debe de estar registrado en la agenda de visita de todos los viajeros tanto nacionales como internacionales. Es un territorio donde el arte se expresa en las más diferentes manifestaciones y el pueblo mismo es una postal para guardar en la memoria.


















































 

 

 

 

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