Texto y fotos por Manuel T. Bermúdez
Sábado en la noche. Caicedonia
corre, grita, pita, camina, se ilumina, y desde todos los rincones la vida es
reunión, las músicas cuentan y cantan.
La gente se mete en los
ventorrillos a celebrar la existencia
con un trago de licor o a hacer tertulia
al aroma de un buen café.
Los contertulios hablan de
noticias, de política, de problemas, de amores idos o de las recientes
conquistas, de sueños que cumplir o de las pequeñeces de la cotidianidad , y en
general el chiste va de boca en boca, para espantar los malos momentos.
Sábado en Caicedonia, la ciudad
tiene una dinámica diferente: se despereza, se sacude, se hace viva y viva se vuelve musical y fiestera. El
comercio está en agite y la gente camina sus calles en un paseo sin afanes,
esquivando las motos que pasan raudas y sin control.
De los bares salen las canciones
en bocanadas de mensajes tristones, alegres, evocadores. Se saluda con efusión,
porque es día de encuentro, de compartir la ciudad con otra mirada.
Caminar la ciudad es refirmarnos
en el afecto por el pueblo, es revalidar nuestro nexo con ese una tierra que
nos llega de orgullo y que viaja con mostros a donde quiera que nos lleve la
vida.
Caicedonia en la noche, es otra
ciudad, es otro ambiente en el que uno
se mete para unirse al torbellino de vida que es un sábado en La Centinela del
Valle.